13 bares de Barcelona para dejarse llevar por la historia de sus paredes

Dicen que a las ciudades se las conoce a través de sus bares, donde uno degusta la gastronomía propia de la zona y además se relaciona con los vecinos de los diferentes barrios.

Que conocer una ciudad es saber qué se come y qué se bebe en ella. Barcelona tiene unos cuantos bares y bodegas clásicos, pequeños negocios de familias que se han convertido en parte de la idiosincrasia del barrio, como por ejemplo la bodega Electricitat en la Barceloneta, ubicada en un edificio desde el que se proveía luz a la zona a finales del XIX.

Otros bares de la ciudad fueron visitados por artistas de la talla de Picasso, Dalí o Hemingway, que dejaron en ellos rastros de su presencia. Muchos de esos locales, además, fueron testigos de tertulias en las que se discutían las inquietudes de la época, como el histórico bar Marsella, que mantiene todavía en su interior un cartel del franquismo para evitar las reuniones clandestinas: «Prohibido estacionarse en las mesas». Otro ejemplo: el emblemático Els 4 Gats.

A continuación presentamos 13 de los bares y/o bodegas más tradicionales de la ciudad, en los que sentarse bien a una mesa o a la barra es una excusa para dejarse llevar por la historia de sus paredes.

1. Els 4 Gats (GÒTIC)

¿Quién no conoce Els 4 Gats (Montsió, 3)? Su historia se remonta al 1897, cuando el camarero Pere Romeu, que había estado en París y se había impregnado de sus aires bohemios (el nombre imita el cabaret parisino Le Chat Noir), decide crear en Barcelona un restaurante de estilo parecido a los que había visto en la capital francesa, con comida barata y música de piano.

Els 4 Gats, símbolo del modernismo de la época, llamaba la atención por sus detalles refinados y artísticos, combinados con objetos característicos de un hostal tradicional. Pronto comenzó a ser frecuentado por artistas.


2. Can Culleretes (GÒTIC)

Can Culleretes (Quintana, 5) es, según el libro Guiness de los Récords, el segundo restaurante más antiguo de España y el primero de Catalunya. Sus orígenes se remontan, ni más ni menos, a 1786. En sus paredes cuelgan fotos de época y cuadros antiguos, y su espacio es amplio.

Su carta presenta las recetas más tradicionales de la gastronomía catalana. Eso sí, no es lo más barato que se puede encontrar en Barcelona, ya que el precio medio por persona ronda los 27 euros. La frase «Noies, culleretes!» parece ser que es la que dio nombre a este negocio con más de dos siglos de historia.


3. El Xampanyet (Born)

Es el bar más popular, en todos los sentidos, del Born. Abierto desde 1929 con el nombre de Ca l’Esteve, tiene a sus espaldas tres generaciones. El Xampanyet (Montcada, 22) no es un bar para cenar, sino para tapear (destacan los embutidos ibéricos y, sobre todo, sus famosas  anchoas acompañadas de su famoso vino blanco gasificado, el cual da nombre al local).

Es un sitio tradicional, familiar y pequeño, bastante visitado por turistas (a unos metros de él está el museo Picasso). Ojo: es muy frecuente no encontrar mesa para sentarse porque siempre está lleno.


4. Bodega Pàdua (El Farró)

Ubicado en el barrio del Farró, al pie de El Putxet, la bodega Pàdua (Pàdua, 92) lleva abierta desde 1949. Abrió inicialmente como negocio que repartía a domicilio vinos a granel y, después, se convirtió en restaurante.

Mantiene los clásicos bidones de vino de hace 60 años. Tiene en su interior una terraza y también conserva en sus paredes fotografías y todo tipo de objetos de los siglos XIX y XX, muchos donados por los vecinos de la zona. Curiosidad: dentro hay un loro, propiedad de los dueños, conocido como Ricky, que forma ya parte de esta bodega que ofrece tapas locales y platos abundantes.


5. Bodega d’ en Rafel (Sant Antoni)

Buena bebida y buena comida, con un trato cercano, ese que tanto escasea en Barcelona. La Bodega d’en Rafel (Manso, 52) debe el nombre a su propietario, que en los años 80 abandonó Lleida para venir estudiar a Barcelona y acabó enamorado de la hija del propietario de un bar llamado Terra Alta, en la calle de Manso.

Al morir el padre en el 86, el joven Rafel tomó el mando y cambió el nombre del negocio. Albóndigas, pies de cerdo, callos, ‘bacallà a la llauna’, morcillas o chistorra son algunas de sus especialidades. Mantiene el colorido y la esencia de las antiguas bodegas de hace décadas.


6. Marsella (Raval)

Inaugurado en 1820, el Marsella (Sant Pau, 65) es uno de los bares más antiguos de Barcelona. Dalí, Picasso, Gaudí o Hemingway son algunos de los artistas e intelectuales que lo frecuentaron. Mantiene, en pleno siglo XXI, el estilo ajado y decadente que le confieren sus casi 200 años de historia. Es muy conocido por su absenta, de obligada cata para todo el que lo visita.


7. Bar London (Raval)

Muy cerca del Marsella y en su misma línea se encuentra el bar London (Nou de la Rambla, 34), el cual, abierto en 1910, conserva aún la decoración modernista de la época.  Es lujoso y ameno, lo cual aporta formalidad a tu evento. Es considerado como uno de los bares con mayor vida nocturna, avalado por su clientela desde hace muchos años.

Es un local de decoración modernista de principios del siglo XX, adornado con espejos lujosos que le otorgan un toque de elegancia y exclusividad. Quienes lo visitan, quedan totalmente encantados con los combinados y los gin tónics. Cuenta además con una barra de licores, que se adapta a una buena conversación entre amigos.


8. Boadas Cocktails (Ramblas)

Es un emblemático de Barcelona. Con casi 90 años, acaba de incorporar a uno de los mejores barman del mundo. Simone Caporale y el veterano Jerónimo Vaquero lo tienen claro: «todo seguirá igual»


Casa Almirall, Barcelona

9. Casa Almirall (Raval)

Situado casi al lado del Museu d’Art Contemporani de Barcelona (MACBA), la Casa Almirall (Joaquín Costa, 33) fue abierta en 1860 y es uno de los clásicos mejor conservados de Barcelona. Su decoración evoca el ambiente tranquilo y bohemio de finales del XIX.

El local consta de dos espacios separados por una mampara: el primero (en la parte delantera del bar) corresponde a la decoración original y se mantiene sin transformaciones y, el segundo, con mesas bajas, butacas y cojines, es fruto de la adaptación de la vieja trastienda que se llevó a cabo en 1977. Su clientela es esencialmente joven

10. Olímpic (Raval)

Bohemios, ‘hipsters’, universitarios deseosos por ver el fútbol y, en general, jóvenes con poco presupuesto son la principal clientela del Olímpic (Joaquín Costa, 25), un local con aspecto de bar de viejos (sus baldosas son las de los años 60 y su mobiliario, de madera) que está copado básicamente por juventud.

Con unos 50 años de antigüedad, el Olímpic mantiene su genuino aspecto de bar de toda la vida y, con su decoración ‘vintage’, recuerda a las tascas del siglo pasado. Ofrece una panoplia de tapas y aperitivos y destaca por sus patatas bravas.


11. La Cova Fumada (Barceloneta)

La cova fumada es un bar de tapas mítico del barrio de la Barceloneta que ha sabido conservar su esencia con el paso del tiempo. Abrió sus puertas el año 1944 y sigue siendo un negocio familiar por el que ya han pasado 3 generaciones. Actualmente esta regentado por los hermanos Josep María y Magí Solé y a los fogones su madre, Palmira.

Este restaurante no tiene cartel pero tampoco lo necesita porque es uno de los lugares más emblemáticos del barrio y la meca de las bombas. Se trata de una antigua bodega sin glamour con 75 años de historia donde se inventó precisamente, o eso narra la leyenda, la auténtica bombeta.


12. L’ Ascensor (Gòtic)

Este es un establecimiento con más de 50 años de trayectoria, así que poca broma. Fijaos: se entra por un ascensor. Un local que es historia viva de la ciudad, de maderas y sofás rojos, que en los últimos años se ha consolidado como coctelería, aunque ellos sigan diciendo bar.

Apuestan por la coctelería de la vieja escuela, nada llamativa, clásica y ejecutada siempre con muñeca honoris causa. Su piña colada es excelente, por ejemplo, aunque te puedes fiar de todas las copas, sin duda. Aunque está junto a la plaza Sant Jaume, no extraño oír hablar catalán entre sus clientes, y es que el Ascensor mantiene parte de la clientela que le ha hecho funcionar durante más de medio siglo.


13. El 7 Portes (Barceloneta)

El 7 Portes es uno de los restaurantes más emblemáticos de Barcelona con 180 años de historia. Sus orígenes datan de la primera mitad del siglo XIX, cuando se instaló en el paseo de Isabel II14 un gran café de lujo con siete puertas para el público y una octava para el personal.

En 1836 pasó a llamarse Café de las 7 Puertas, y no fue hasta 1929 cuando adquirió su nombre actual: Restaurant de les 7 Portes. Se convirtió poco a poco en un lugar de encuentro de periodistas, intelectuales, políticos… Con el paso del tiempo, ganó fama (aún la tiene) por sus paellas y recetas tradicionales catalanas.


13 bares de Barcelona para dejarse llevar por la historia de sus paredes. Por John Headhunter

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